Desde que éramos
pequeños, todos hemos asistido a la contradicción que se produce
siempre cuando estamos en una piscina después de haber comido:
- Hay quienes defienden que hay que esperar un tiempo prudencial, de al menos una hora, para que nuestro organismo pueda hacer la digestión de los alimentos, antes de volver a bañarnos.
- Frente a ellos, un grupo no menos importante de personas que consideran que no hay ningún problema en volver a meterse en el agua recién comidos.
- Incluso un tercer grupo mantenía que si el chapuzón era justamente tras la comida no había peligro de corte de digestión, pero con que pasasen solo unos pocos minutos la cosa cambiaba y entonces tendríamos que esperar 2 horas para darnos un baño.
Pues bien, la primera afirmación que
se puede hacer respecto a si es conveniente o no nadar después de
comer es que no hay ninguna demostración científica en la que se
constate que es peligroso bañarse. La aparición de calambres o
punzadas que es el síntoma que se relacionaba con el baño sin
esperar a hacer la digestión no ha podido explicarse
contundentemente.
Es cierto que los últimos estudios
realizados en nadadores profesionales sobre la influencia de nadar
con el estómago lleno y sufrir calambres que impidan nadar y, por
tanto, que se corra el riesgo de un ahogamiento, señalan una cierta
incidencia. Pero, no tanto por haber comido, sino más bien con el
fenómeno de la barriga llena, pues se presentaban punzadas de dolor
abdominal en individuos que habían ingerido grandes cantidades de
líquido para rehidratarse.
Los calambres o punzadas impiden nadar y se corre el riesgo de ahogamiento
No está demostrado que los calambres se produzcan por no esperar a hacer la digestión.
Hay estudios que relacionan los calambres con el hecho de nadar con la tripa llena.
Como principal conclusión se puede
acordar que nadar después de comer no implica un serio riesgo de
ahogamiento por sí mismo, al menos no se registran casos de este
tipo de accidentes, frente a otros motivos directamente relacionados
con ellos.