Sentados en nuestro sillón favorito, con una buena mantita
confortable que nos protege del frío, mientras en el exterior de nuestra casa
va cayendo la temperatura, no estamos en las mejores condiciones para pensar en
la piscina.
Sin embargo, más vale que lo hagamos porque del cuidado que
proporcionemos a nuestra piscina durante el invierno depende, en gran parte,
que podamos disfrutarla en verano.
Este proceso de mantenimiento de las piscinas propio del
invierno se conoce como hibernación. Es la sustitución a la costumbre imperante
hace unos años que consistía en vaciar completamente el agua cada año. Una
práctica que, además de ser poco recomendable desde el punto de vista de la
sostenibilidad, lo es porque puede tener secuelas como el agrietamiento de la
piscina a causa de las heladas, entre otras.
Volviendo a la hibernación en sí, básicamente se trata de
continuar con el mantenimiento regular de la piscina solo que cambiando los
tiempos y las proporciones. Previamente, es importante revisar el sistema de
filtrado para asegurarnos que funciona a la perfección.
Debemos asegurarnos de aplicar una cantidad de cloro, obromo en su defecto, aunque ligeramente menor a la que usamos en verano. Si
nuestra piscina está en una zona cercana a vegetación, al menos dos veces en
invierno haremos un tratamiento desinfectante y alguicida.
No podemos olvidarnos del nivel de pH, haciendo mediciones
regulares y adoptando las medidas normales en caso de que no sea el correcto.
Desde luego, simplifica mucho el mantenimiento si instalamos una cubierta en
nuestra piscina.
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