Lo más habitual es que, cuando un particular se decide a
instalar una piscina en su vivienda, lo haga en el jardín de la misma. Pero, el
resultado no siempre es el esperado. Porque no es fácil integrar las
estructuras artificiales de estas piscinas en un entorno natural como el que
conforma la vegetación de un jardín. Más si tenemos en cuenta que el agua con
la que se rellenan, al estar tratada con productos químicos, es incompatible
con el crecimiento o desarrollo de nada vivo.
Claro está que, en este punto como en cualquier otro, son
las preferencias y gustos personales lo que marca la diferencia. Es cierto que
son muchos los propietarios de piscinas privadas que precisamente lo que buscan
es un espacio libre de vegetación y un agua cristalina. Pero, hay otros que
preferirían espacios que imitasen a la Naturaleza.
Para estos últimos una solución más ajustada pasa por
instalar lo que se conoce como piscinas naturales. De hecho en algunos países europeos
son ya una realidad muy habitual. En Alemania y en Austria, por ejemplo, son ya
la opción en uno de cada dos de los casos. Además de ecológicas, estas piscinas
son una apuesta económica y de fácil instalación.
Hay distintas técnicas o formas para construir una piscina
natural, pero todas tienen en común que no precisan de ninguna sustancia
química artificial para su mantenimiento. Básicamente, se trata de dividir la
superficie en dos pares, una para el disfrute y otra para la regeneración
natural del agua mediante la acción de determinadas plantas.
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